La víctima de Acoso Laboral está atrapada en una red de emociones tejida por el miedo, la ansiedad, la ira, la tristeza y sentimientos de culpabilidad, frustración, baja autoestima y sentimientos de indefensión.
El miedo continuo puede derivar en un estado acentuado de ansiedad y estrés.
Surgen los sentimientos de fracaso, impotencia, frustración y apatía, acentuados
por la pérdida de concentración y memoria. La víctima puede volverse
hipersensible, agresiva, irritable y alcohólica, lo que afecta e, incluso,
destruye su vida social y familiar. En última instancia, aparece la depresión y,
en ocasiones, el acosado pierde el rumbo hasta considerar el suicidio como la
única alternativa posible a la pesadilla que soporta a diario.
Personas llenas de vida y empuje, acaban sufriendo episodios depresivos, accesos
de llanto en el propio trabajo, crisis de ansiedad, estrés, todo esto mientras
un sentimiento de impotencia les llena al verse incapaces de controlar su
entorno laboral. Se tergiversa la realidad, se transmite una imagen distorsionada de su persona, competencia y
profesionalidad, transmitiendo ser una persona inestable e insegura e incluso
llegando muchas veces a pensar que es incompetente, poco preparada
o "problemática" sin serlo en absoluto.
MIEDO
Cuando te acuestas por la noche, sabiendo que al
día siguiente has de presentarte en tu trabajo, el miedo ya hace su presencia,
de tal forma, que las pesadillas y el sueño inquieto y nervioso se hacen tu
“aliado”.
Te levantas sudoroso/-a y el único sentimiento que
ronda por tu cabeza es de nuevo el miedo. Miedo ante tu/s acosadores, miedo ante
lo que va ocurrir, pues en el fondo sabes perfectamente que algo te harán, miedo
a tus propias reacciones ante los actos de maltrato y ¿cómo no?, miedo a perder
tu puesto de trabajo.
AYUDADNOS DECID NO!! AL MIEDO